domingo, 18 de enero de 2015

Llaman puta a un ángel caído.


Una vez más despierta en un banco, cogiendo aire entre copos de nieve que arde en sus pulmones, con los labios rotos y el rostro pálido. Noches largas con hombres desconocidos. La lucha para pagar el alquiler vuelve a empezar. Sentada en el suelo con un vaso vacío a su lado ve la vida pasar, niñas llorando porque sus padres no le compran el juguete que querían, gente con trajes y maletines, parejas compartiendo un batido, personas que pasan y se quedan mirándola, quizás es lástima o quizás les hace gracia. Recorre la ciudad con una manta liada en su pequeño cuerpo, y unas ojeras más grandes que su cara. Monedas, billetes, la mirada perdida, prostituta sin teléfono. Intenta mantenerse a flote pero rompe a llorar. Débil cae como un castillo de naipes. Ella dice que está atrapada en un sueño. Ha sido así desde los 18, espera despertar. Ultimamente su cara parece que se está hundiendo lentamente, desmoronándose. Las peores cosas de la vida vienen con nosotros. Ella no quiere salir esta noche. Vende su amor a otro hombre, dicen que ella le pega a lo más duro. Enciende un par de velas para calentar sus piernas. Hace demasiado frío fuera para que los ángeles vuelen. Un ángel morirá cubierto de blanco, con los ojos cerrados esperando una vida mejor.

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